Formación Inicial: Entre Jacinta y Stella
Formación Inicial: Entre Jacinta y Stella
Introducción:
Diversa bibliografía coincide, al hablar de reformas, que el
foco de la resistencia, oposición, rechazo o negativa son los sindicatos.
Parecen encontrar las
causas del fracaso del “progreso” en el sistema educativo en un magisterio
intransigente a los cambios, en particular los vinculados con su estatuto.
Sin debatir la veracidad del alcance de tal afirmación,
asumiremos que las resistencias existen.
Y bajo esa hipótesis de trabajo nos preguntaremos:
¿Qué responsabilidad le cabe al sistema educativo y a la
formación inicial en esta resistencia?
Desarrollo:
“Jacinta Pichimauida” es la imagen ideal que tiene la sociedad argentina sobre
la docencia.
Una suerte apostolado inmaculado más vinculado la abnegación que a un
trabajo remunerado. Mucho menos a un reclamo gremial.
Esta idea, aunque con matices, anida en todo el sistema educativo
incluyendo la formación docente. Generalmente en sus programas la
perspectiva laboral está ausente o abordada tímidamente.
La Academia sostiene cómoda la
idea de abordar la docencia como una “profesión” (algo que da idea de ejercicio
liberal e intelectualidad) y no un trabajo “común” (caracterizado por la
relación de dependencia y las reglamentaciones laborales).
La realidad indica que el novel docente no tendrá como primer destino la
materialización de alguna experiencia educativa innovadora o la formulación de
una nueva teoría pedagógica. Penará largos años
en suplencias, previas a obtener una titularidad. Años después quizás
ascienda (única posibilidad de progreso en su carrera vertical), o termine acumulando horas o cargos. Sobre el
final de su carrera, agotado, aspirará a
una pronta jubilación a la que posiblemente llegue después de muchas licencias
médicas producto de 30 años en el sistema.
Habrá salido del profesorado formado en saberes e inspirado en vocación.
Pero indefenso. Será el estatuto docente
el único que le dé estabilidad y reglas en su trabajo.
¿Es razonable que esa docencia acepte de manera pacífica su reforma? No.
Porque el sistema le enseñará, lo que la academia no: Como dijo Calamaro
“no se puede vivir del amor”
Sin embargo, como bien se expresa en Apostar A la Docencia, (Mezzadra
Veleda) muchos sectores al elegir estudiar una carrera docente priorizan la cercanía,
posibilidad de acceso, exigencia, duración más allá de su preferencia
vocacional.
Pero el dato importante es la incidencia que tiene la expectativa de una
salida laboral estable.
Se busca una carrera que permita encontrar un trabajo.
Desde ese lugar, la formación inicial debería tener como un eje transversal
idea de que la docencia es un trabajo, enseñando las herramientas para desempeñarse
eficazmente en el mundo laboral.
Deberían enseñarse la reglamentación laboral vigente y modelos
alternativos comparados de mejores diseños de la carrera docente. Tendría que
incentivarse el estudio de modificaciones del estatuto docente beneficiosas,
tanto en las condiciones de trabajo como en la posibilidad de realización
personal y laboral, buscando generar la visión más amplia posible sobre las
oportunidades de desarrollo que puede tener la docencia como trabajo siendo la
reglamentación (el estatuto) una consecuencia posterior que garantizará pautas
y derechos.
Conclusión:
Si ese cambio de visión en la
formación es efectivo, en el mediano plazo, podría verse reflejado en una
trasformación de la percepción de la base docente impactando en la agenda
sindical representante de los intereses colectivos del sector.
Por este camino se pueden
propiciar diálogos y consensos duraderos para el sector docente no sea
resistente a las reformas impuestas, sino que demande ser protagonista de
transformaciones laborales en clave de mejora de su trabajo y porvenir.
Para ello la formación inicial deberá
asumir que en sus claustros además de futuras “Olgas Cosettinis”, también se
formarán las próximas Stella Maldonado o Carlos Fuentealba.
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